Le di mi contraseña y esperé lo mejor.
I Comencé a ver al hombre al que decidí llamar mi novio a principios de octubre. Él sabe que lo llamo así. Él lo empezó. Se refirió al chico sentado a su lado en un avión como «su novia». No es arbitrario. Es lindo porque somos viejos.
En las primeras semanas de noviazgo, tuvimos todas las conversaciones normales. Como casi todas las parejas, algunas de nuestras primeras charlas fueron sobre música, películas y programas de televisión. Teníamos cierta superposición en nuestros hábitos de visualización, pero mucho espacio para crecer. Nunca había visto algunos de los programas que me apasionaban. Por mi parte, la lista de programas que nunca he visto es extensa (hola, Hijos de la Anarquía…).
Hace un par de semanas llegamos a la fase de intercambio de inicios de sesión de transmisión de nuestra relación. Al estar en medio de una pandemia, ambos pasamos una buena cantidad de tiempo confinados en casa. Ya no tenemos hora feliz. Tenemos un sofá.
Utiliza mi perfil para acceder a programas en Netflix, lo que significa que puedo ver exactamente lo que mira y dónde se encuentra. Nunca pensé que podría aprender tanto sobre un hombre al ver sus hábitos de Netflix desplegados frente a mí.
#1: Siempre hay más de lo que parece.
Pasó aproximadamente una semana antes de que comenzara a ver programas en mi cola «Continuar viendo» que no conocía. Me tomó alrededor de una semana y cinco minutos divertirme.
Mi novio cumplirá 50 años en un par de semanas, anda en una Harley, tiene una barba marcada y un toque de machismo latino predispuesto, y luce un tatuaje en el antebrazo que dice “Texas Made”. Hay suposiciones que podría hacer sobre sus elecciones de visualización (oh, Hijos de la Anarquíatodavía estás aquí…).
Lo que no esperaba era que, además de todo esto, su gusto por los programas pareciera ser de género fluido. Al parecer, además de ser fanático de La coronanoté que había estado mirando Mamás trabajadoras.
Me hizo darme cuenta de que este hombre tiene una mente abierta. No sólo eso, sino que lo entiende. Pasa las noches fuera viendo un programa sobre lo difícil que es ser madre haciendo malabarismos con el trabajo, los niños y la vergüenza. Hablamos mucho de la vergüenza.