Poesía en verso libre
Él vino de los mares, salvaje e indómito.
como esas olas brillando al sol
estrellándose y rompiéndose en la orilla
una y otra vez, hasta que ya no quede arena.
Cambiante, siempre cambiante,
él era el sabor de la libertad
una bocanada de aire salado en una noche de luna.
Estaba destinado a ir a lugares
para explorar el mundo y dejar pedazos de él por todas partes.
Inolvidable.
yo pertenecía a las montañas
elevado y sereno
llamando a la tierra mi hogar
y los cielos abiertos el límite de mis sueños –
envuelto en esas nubes
Me había reunido a mi alrededor,
esas paredes
que no había dejado entrar a nadie
pero el.
Cuando nos conocimos, fue mágico.
Llenó mi alma con su temeridad
como hice con su corazón con mis palabras.
Nuestro tiempo juntos: ¿solo duró una semana?
o eones de días soleados
unidos por el vino de verano más dulce?
Mi huella en él fue imborrable.
y el vacío en mi corazón el día que se fue –
innegable.
Si tan sólo pudiera domar su descaro
escribe su música,
Habría creado una obra maestra.
un trabajo de arte.
Sus recuerdos, esa magia en la que me enseñó a creer.
Estará allí en esos libros.
que nunca llegarías a leer.
Esos libros
que comenzaría a escribir en las mañanas solitarias y lluviosas
pero nunca pude atreverme a terminar.
Porque el arte-
¿alguna vez termina?
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