El dolor es tu maestro

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“Uno no se convierte ilustrado imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad.” ~ Carl Jung

La mayoría de las personas desperdician toda su vida distrayéndose de su propio dolor. Navegan compulsivamente por Internet, ven la televisión, compran productos, consumen pastillas, alcohol y otras drogas… hacen todo tipo de cosas, por tontas o dañinas que sean, para evitar afrontar su dolor. Sin embargo, toda su forma de vida los está llevando exactamente a lo que están tratando de evitar.

Lo que no se dan cuenta es que el dolor tiene mucho que enseñarnos. Verás, el dolor está ahí por una razón muy importante: para mostrarnos que hay algo mal en nuestras vidas, así como para instarnos a tomar medidas para deshacernos de él. Por lo tanto, el dolor no es malo, al contrario de lo que cree la mayoría de la gente. De hecho, el dolor es quizás nuestro mejor maestro. Entonces, ¿no sería mucho mejor si aprendiéramos de él, en lugar de tratar de huir de él?

Además, el dolor significa tener problemas, y para resolver esos problemas necesitas volverte más inteligente. Por eso, si estudias la historia de la humanidad, encontrarás que algunas de las mentes más grandes que han caminado sobre la Tierra eran muy sensibles al dolor. El dolor empujó a esos individuos a dudar de lo que sabían, plantear nuevas preguntas y descubrir mejores respuestas. El dolor los empujó a ver la vida desde una perspectiva completamente diferente.

Entonces, no tengan miedo del dolor, mis amigos. Más bien, abraza el dolor y préstale mucha atención. Esto, sin embargo, no significa que debas desear el dolor en tu vida. Simplemente significa que cuando experimente dolor, esté presente con él, en lugar de evitarlo. De esta manera, puedes dejar que el dolor te muestre lo que tiene que mostrarte y tomar las medidas adecuadas para enfrentarlo.

“La naturaleza muestra que con el crecimiento de la inteligencia viene una mayor capacidad para el dolor, y es solo con el más alto grado de inteligencia que el sufrimiento alcanza su punto supremo”. ~ Arthur Schopenhauer