Cómo lidiar con las dudas sobre uno mismo

Desde muy pequeños la sociedad nos ha condicionado a creer que no somos suficientes como somos, y que por tanto necesitamos ser diferentes para sentirnos completos además de amados y aceptados por quienes nos rodean.

Cada vez que nos atrevíamos a pensar por nosotros mismos, nos decían por autoridad que nuestra forma de pensar es incorrecta y que nos va a meter en problemas. Cada vez que nos expresamos espontáneamente, ya sea expresando nuestra opinión o haciendo lo que teníamos ganas de hacer, se nos decía que dejáramos de hacerlo sin pedir permiso primero. Se nos dijo que debíamos seguir reglas, que debíamos ser disciplinados, que debíamos reprimirnos a nosotros mismos en todo tipo de formas y dejar de prestar atención a nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, sin importar cuánto sufrimiento tuviéramos que soportar.

Naturalmente, cuando éramos niños, la mayoría de nosotros aprendimos a creer ciegamente en la autoridad y seguir órdenes, con miedo de que de lo contrario seríamos abandonados. En lugar de rebelarnos contra la represión que se nos impuso, elegimos fingir que somos quienes la sociedad esperaba que fuéramos. Elegimos usar una personalidad, una máscara que oculta nuestro verdadero yo. Empezamos a hacer todo lo posible para adaptarnos de cualquier manera posible, creyendo que esta es la forma correcta de vivir, y cuanto más hacíamos, menos escuchábamos nuestra voz interior. Y en algún momento de nuestras vidas, después de muchos años de continua represión y lavado de cerebro, olvidamos que incluso tenemos una voz interior y dejamos de prestarle atención por completo. Nos convertimos en autómatas sin alma, siguiendo un camino predeterminado que nos fue transmitido por otros.

Ahora, cada vez que aparece un problema o un nuevo desafío en nuestro viaje de la vida, nos resulta inmensamente difícil enfrentarlo, porque no podemos responder espontáneamente a las situaciones o circunstancias en las que nos encontramos. Tal como somos, nos sentimos sin importancia, inadecuados, inseguros, carentes de la confianza necesaria para hacer frente a cualquier problema al que nos enfrentemos. Incapaces de confiar en nosotros mismos, nos sentimos convencidos de que todos nuestros esfuerzos van a terminar en fracaso, y tememos el fracaso como ninguna otra cosa, porque hemos sido condicionados a pensar que fallar significa que nosotros mismos somos un fracaso.

Lidiar con la duda

Nuestra duda está limitando tremendamente nuestra libertad y está llenando nuestra psique de miedo y ansiedad, y a menos que aprendamos a manejarlo y confiemos en nosotros mismos, no podremos vivir felices y libres. Pero, ¿cómo se puede lograr hacerlo? Aquí hay algunos consejos simples pero poderosos que pueden hacer maravillas para ayudarlo a superar las dudas, comenzar a escuchar su voz interior y, finalmente, confiar en usted mismo.

Reconecta contigo mismo. El primer paso y el más importante para superar la duda es dejar de lado las creencias que te han lavado el cerebro sobre quién eres y comenzar tu propia búsqueda de la verdad y la autocomprensión. Para lograrlo, necesitas pasar más tiempo a solas, reflexionar, meditar, entrar en contacto con tu voz interior y hacerte amigo de ti mismo.

Acepta tus imperfecciones. Aceptarte y confiar en ti mismo no significa que primero tengas que ser perfecto. De hecho, nadie es perfecto, y eso está totalmente bien. Ninguna persona puede ser buena en todo o tomar siempre las decisiones correctas en la vida. A medida que crecemos, aprendemos constantemente cosas nuevas, pero nunca debemos engañarnos pensando que podemos alcanzar la perfección.

Abraza el fracaso. Muchas dudas sobre uno mismo provienen del miedo al fracaso. Nos han hecho creer que el fracaso es malo, pero eso no podría estar más lejos de la verdad. El fracaso es realmente bueno cuando aprendemos de nuestros errores y dejamos de cometerlos nuevamente; en cierto sentido, el fracaso es el camino hacia el éxito. Así que no tengas miedo de cometer errores, porque tus errores pueden ser tu mejor maestro.

Asume la responsabilidad de tu vida. Por último, para aprender a confiar en ti mismo, debes aceptar la responsabilidad de tu vida. Por lo general, nos gusta echar la responsabilidad sobre los hombros de los demás y culparlos por cualquier cosa que salga mal en nuestras vidas. Por lo tanto, no nos vemos como los creadores de nuestro destino, sino como víctimas impotentes, esperando un salvador que nos alivie de nuestro sufrimiento. Solo cuando alcance la madurez suficiente para asumir la responsabilidad en sus manos, podrá desarrollar confianza, coraje y confianza en sí mismo.

“Todos tenemos una mejor guía en nosotros mismos, si la atendemos, que cualquier otra persona puede ser.” ~Jane Austen