I Siempre he dicho que mis padres son las dos personas más enamoradas que jamás hayas visto. Y hasta hace poco realmente lo creía. Creí eso porque hacen todo juntos. Trabajan juntos, viven la vida juntos, sólo hacen cosas entre ellos y rara vez tienen amigos de los que no sean amigos.
Mis hermanas y yo decimos regularmente que si mi mamá fallece antes que mi papá, a mi papá le resultaría difícil seguir adelante con su vida. Pensé que eso era romántico. Todo eso de «ella-es-el-amor-de-mi-vida-y-no-puedo-vivir-sin-ella».
Quería eso, anhelaba ese tipo de amor que lo abarca todo y que raya en la obsesión. El tipo de amor que crecí viendo a mis padres. Donde las peleas terminaban con gente saliendo corriendo y dando portazos. Donde el amor significaba que uno de los miembros de la pareja rayaba en la subordinación del otro.
La codependencia se siente restrictiva
En mi primera relación seria, creé una relación que reflejaba la de mis padres. Encontré un hombre que quería pasar todo su tiempo conmigo fuera del trabajo y que estaba más que dispuesto a mudarme a su casa para poder hacerlo. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que le pidiera (excepto no mentir). Estaba dispuesto a comprarme todo lo que quería. Realmente hizo todo lo posible para intentar hacerme feliz.
Cuando peleamos, fue ruidoso, acalorado y terminé dando un portazo antes de irme. Y peleábamos con bastante frecuencia, considerando que él nunca era demasiado honesto y tenía un ojo errante. Pensé que estaba enamorado pero me sentía miserable. Me lastimaron constantemente. Estaba constantemente buscando pruebas de su próxima mentira. Era agotador.
Al principio fue genial poder pasar todo mi tiempo libre con alguien que quería estar conmigo. Me sentí tan especial el día que me regaló una llave de casa nueva, solo para mí.
Sin embargo, después de un tiempo, comencé a resentirme por el hecho de que parecía que no podía escapar de él. Me mudé aproximadamente un año después de mudarme con él. No me arrepiento de nada. Disfruté de la libertad de tener mi propio lugar. Pero, de nuevo, vendría y querría quedarse a pasar la noche todo el tiempo. Me volvió loco. Pronto, todas las pequeñas cosas que tenía…