La vida puede estar llena de traumas, y los traumas emocionales y verbales pueden dejar cicatrices en el alma que duran hasta la muerte.
Los daños físicos pueden curarse, aunque quizás dejen una cicatriz o efectos más graves. Sin embargo, creo y experimento que las heridas más profundas surgen de las palabras y las emociones.
Ninguna cantidad de autoayuda, compasión o terapia puede cambiar la simple verdad de que una palabra, una vez dicha, no puede dejar de decirse.
La influencia de las palabras es permanente.
La curación a partir de las palabras no tiene por qué ocurrir si las palabras no se pronuncian.
Las palabras que se pronuncian siempre tendrán influencia, cambiando sentimientos, pensamientos y perspectivas. El abuso emocional no requiere terapia si no ocurre primero. El perdón es innecesario cuando una persona es lo suficientemente responsable como para no causar daño. El trauma verbal no requiere comprensión compasiva cuando primero se acepta y honra la responsabilidad de las palabras.
Ser impecable con palabras, emociones y acciones nunca requiere decir “lo siento”, porque una persona nunca actúa, habla o siente de manera que pueda causar daño. La persona que se aferra a este ideal inevitablemente se pondrá de puntillas, como en un baile, y a veces es necesario disculparse. Sin embargo, la persona de buen corazón no hablará con la intención de causar daño y se controlará.
Nunca le digas a alguien que lo odias.
La peor expresión del mundo es la de odio. Decirle a una persona que la odias es violencia. Cuando una persona a la que amas y con la que tienes intimidad expresa odio, es un puñal en la espalda, una traición al corazón y al espíritu. El veneno del odio hace que todo sea sospechoso. Comunicar odio apaga el corazón. El odio duele y puede destruir una relación en un abrir y cerrar de ojos.
Habla siempre con gentileza y, cuando estés enojado, habla con valentía y corazón abierto.
Se producirán desacuerdos y, cuando no estén de acuerdo, los ánimos pueden subir de tono. Cuando el amor es lo primero, los insultos y los menosprecios no son posibles. El amor presentará sus heridas con abierta autenticidad, comunicará su desconexión con las vulnerabilidades y asumirá la responsabilidad de sus defectos. El amor acepta la carga y las pruebas de la vida y nunca pasa a la ofensiva. El discurso amoroso no humilla a la otra persona, ni la menosprecia con nombres, ni la acusa de ser alguien distinto de quien es.
Al amar a una persona, tenga el coraje de expresar sentimientos y percepciones: acepte la responsabilidad personal. Las consecuencias del amor son naturales, el crecimiento es intuitivo y duradero. El amor proporciona una defensa fácil contra el daño, porque si una persona es amada, el daño por parte de ella es inconcebible.
Una vez que se expresa el odio, siempre está presente.
Sólo la persona que se odia a sí misma puede decir que odia a otra.
La persona que es capaz de decir que odia a alguien, especialmente a alguien a quien dice amar, es una persona que está viviendo un infierno. Necesitan mucha compasión y comprensión y, al mismo tiempo, pueden ser algunos de los más difíciles de tratar.
Estar rodeado de odio crea una respuesta defensiva natural. Es doloroso que lo llamen “odiado”, y nadie quiere sentirse así o ser visto de esa manera. Una vez que una persona dice que te odia, la posibilidad de ser totalmente abierto, vulnerable e íntimo con ella disminuye. Un poquito de algo especial desaparece para siempre.
El odio comienza dentro y burbujea hacia afuera.
La persona que comunica odio causa daño a todos los que la rodean. Su fuente de odio surge de una desconexión emocional, una traición en su pasado. Como un derrame de petróleo, las toxinas que se derraman de una persona que siente odio envenenarán todo su entorno. Toda su vida sufrirá. Estar cerca de una persona que se odia a sí misma es agotador y agota la vitalidad.
El amor es la cura.
Es un ideal creer que el amor externo puede curar el odio. No puede y nunca lo hará. Tener compañía de personas amorosas puede brindar apoyo para disminuir el odio, pero el verdadero trabajo debe realizarse internamente. Sólo aceptándonos a nosotros mismos, fortaleciendo la autoestima y reconociendo el espíritu divino y noble que habita en nosotros, el odio puede disminuir.
Uno debe enfrentarse a sí mismo y descubrir cómo amar y aceptar la humanidad interior.
El perdón por los rasgos, expresiones y elecciones personales en la vida es fundamental para revelar el amor propio. Una autoestima sana es fundamental para encontrar el equilibrio dentro del corazón, y esto requiere honrar el alma única y hermosa que habita en nuestro interior.
La persona que siente amor, sólo puede comunicar amor.
La persona que comunica odio primero siente odio. Hay que elegir el amor, entonces el amor reemplaza al odio. Al abordar los sentimientos subyacentes, cada expresión, palabra y acción que surge cambia sin esfuerzo. La intención del amor es suficiente para desentrañar los patrones del odio autodestructivo, pero sólo cuando se completa el sentimiento de amor interior ocurre la verdadera alquimia.
Creer en el amor. Permitir el amor. Habla amor. Cree en el amor. Confía en tu Alma. Recibir amor. Dar amor.
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Editor asistente: Jane Henderling/Editor: Rachel Nussbaum
Foto: archivos de elefantes