Los beneficios que se obtienen al dar un buen paseo son bastante evidentes: mueve el cuerpo, ejercita y fortalece las piernas; fortalece el corazón y hace que la sangre bombee alrededor de su sistema; profundiza la respiración y abre los pulmones al aire refrescante.
Ofrece una forma muy efectiva de practicar la atención plena, para encontrar la paz en el momento presente. Pero no se menciona a menudo otro beneficio: también puede ser un ejercicio muy creativo.
La creatividad de caminar se celebra en el mito aborigen australiano. Los primeros inmigrantes en el continente, hace cincuenta mil años, se adentraron profundamente en el interior, desde un afloramiento rocoso hasta un billabong, desde una salina hasta el lecho seco de un río, a través de un paisaje rojo abrasador salpicado de matas de spinifex blanco y seco, abriéndose paso entre las acacias. , arbusto espinoso y roble del desierto con forma de lanza. Las serpientes se escondían en la arena y, en el cielo azul profundo, cardúmenes de periquitos verdes convergían en los pozos de agua.
Los aborígenes registraron sus viajes en canciones como una forma de hacer mapas, identificando las características de ese extraordinario desierto para que otros pudieran seguir el camino. Estas fueron las líneas de las canciones, los senderos invisibles que atraviesan Australia, senderos que los ancestros recorrieron al principio. En la memoria de los aborígenes, todo esto tuvo lugar en la época de los sueños, cuando se cree que los ancestros crearon la tierra cantando para que existiera.
Según este pensamiento mítico, el cantor, el canto y el camino son uno solo; las primeras personas crearon la tierra estando allí, viéndola por primera vez y caminando hacia sus horizontes.
Un enigma filosófico
Profundicemos en un mito que ha resistido el paso del tiempo y llegamos a una verdad revestida en forma de historia o de imagen.
Las líneas de canciones de Dreamtime sugieren que tenemos una relación creativa con el país por el que caminamos y, en un sentido real, creamos lo que vemos mirando y escuchando. Nunca podemos ser observadores desapegados.
Más como esto
Hay un viejo dicho filosófico que pregunta: ‘Cuando un árbol cae en un bosque sin que nadie lo escuche, ¿hace algún ruido?’ Un árbol que cae y golpea el suelo genera ondas de presión en el aire, que son captadas por nuestros oídos y registradas como sonido por nuestro cerebro.
Las propias ondas de presión, sin la interpretación de un observador, no son sonoras; creamos el sentido del sonido a través de nuestra relación con el entorno, escuchando.
Lo mismo ocurre con la luz y el color. No hay color en las flores de un seto de primavera o en el cielo de un atardecer hasta que nosotros, como observadores, estamos allí para ‘sintonizarnos’ con las diversas longitudes de onda del espectro electromagnético que penetran nuestros ojos.
El color es la forma en que vemos estas cosas. Sin nosotros, el concepto de color no tiene sentido.
Traemos con nosotros no solo un punto de vista, nuestra posición en el camino mientras caminamos, sino también la forma en que registramos los paquetes de energía que impactan en nuestros ojos y oídos.
Interpretamos la escena a nuestra manera. Mirar y escuchar son en sí mismas actividades creativas.
Pero, ¿cómo es el mundo cuando no lo miramos? Algunos filósofos han descubierto que reflexionar sobre esta pregunta puede ser un ejercicio extrañamente inquietante.
Cómo caminar puede inspirar la creatividad
A un nivel más mundano, el acto de caminar conscientemente despeja la mente, haciéndonos receptivos a nuevas ideas. Muchos escritores dan testimonio del hecho de que cuando se quedan atascados en su escritura, a menudo es un paseo lo que cambia el bloqueo.
La clave es dejar ir el problema. Esto requiere el mismo ejercicio consciente que usamos para encontrar la paz en el momento presente al centrar la atención en respirar y caminar. Es como relajar un músculo tenso.
En el caso de un bloque de escritura, o cualquier otro nudo mental que obstaculice el progreso, debemos dar cierta libertad al subconsciente permitiendo que la mente se suelte.
A menudo, la solución a nuestro problema brota a la superficie cuando ya no luchamos con ella; el nudo se deshace. El caminar ha ayudado con nuestra creatividad, haciendo que las cosas se muevan.
En cada caminata consciente también estamos haciendo cambios sutiles en nosotros mismos, por ejemplo, permitiendo que nuestras actitudes hacia los demás sean más compasivas; liberarnos de hábitos, pensamientos o prejuicios destructivos; ser liberados de las ansiedades a las que nos hemos aferrado durante demasiado tiempo.
Caminar es una actividad recreativa, y tendemos a olvidar que recreación significa precisamente eso: somos recreados.
Extracto tomado de Mindful Thoughts for Walkers: Footnotes on the Zen Path de Adam Ford; Publicado por Leaping Hare Press, RRP £5.99.